Confesiones de un camarero

Los Reyes Magos han cumplido mis deseos capitalistas en muchas ocasiones. La isla y el fuerte de Playmobil costaron seguramente un riñón que los "Reyes Magos" tuvieron que sacar seguramente de un sobre-esfuerzo prenavideño.

Este año, sin pedir nada, sin limpiar mis zapatos y portándome más mal que bien me han traído uno de los regalos que más ilusión me han hecho en mucho tiempo.

Se trata de un libro del que desconocía su existencia y resulta ser una idea desarrollada que me rondaba por la cabeza hace varios años y que nunca me atreví a realizar.

En EEUU un camarero escribió sus aventuras y desventuras laborales en un blog, bajo el seudónimo de "The Waiter". El blog alojado en waiterrant.net se hizo famoso rápidamente entre cientos de lectores. Su autor Steve Dublanica plasma con una realidad y humor sarcástico impresionante las historias que los camareros vivimos a diario. Personalmente me siento muy identificado, al menos con las primeras páginas que llevo leídas.

De primeras Steve Dublanica y yo coincidimos en que en gran medida la satisfacción del cliente está en el propio cliente. Dice Steve que "Un ochenta por ciento de los clientes son gente agradable que solo pretende que les des algo de comer. El veinte por ciento restante son unos psicópatas e inadaptados sociales". La profesión de servir mesas va mucho más allá de sacar platos y bebidas. Y para terminar de presentaros esta genial obra os transcribo otro párrafo con el que me he sentido plenamente identificado:

"Hoy esperamos que los camareros sean especialistas en alergias alimentarias, sommeliers, policías que velen por el cumplimiento de las reglas sobre teléfonos móviles*, que ofrezcan regalos para la vista, sean confesores, animadores, <<mezclólogos>>, técnicos en urgencias médicas, <<gorilas>>, recepcionistas, cuentachistes, terapeutas, lingüistas, sacos de boxeo, videntes, especialistas en protocolo y chefs aficionados".

* En España podríamos traducir esto como "policías que velen por el cumplimiento de la ley antitabaco", que en mi opinión es a nosotros a los que nos cae la peor parte de esta ley: ¡aguantar a los fumadores! (dicho sea desde el cariño al humeante colectivo)